Hoy, la comunidad católica del Perú y, en especial, los miembros de la Policía Nacional, celebran a Santa Rosa de Lima, la primera santa de América. Isabel Flores de Oliva, como fue conocida en vida, dedicó su existencia a servir a Dios y a los más necesitados, dejando un legado imborrable de fe, caridad y servicio al prójimo.
Desde temprana edad, Rosa de Lima demostró una profunda devoción religiosa y un gran amor por los enfermos y los niños. Su vida ejemplar la llevó a ser beatificada por el papa Clemente IX en 1668 y, un año después, a ser declarada patrona de Lima y del Perú.
Sus milagros y premoniciones, así como su incansable labor en favor de los más desfavorecidos, la convirtieron en un referente de la espiritualidad en América. Su figura sigue siendo una fuente de inspiración para millones de fieles en todo el mundo.